Este año fuimos protagonistas de uno de los eventos más importantes y esperados en la agenda capitalina. Jazz al Parque celebraba su decimo quinto aniversario, razón por la cual las expectativas estaban por los cielos. Este evento se celebró el once y doce de septiembre en el Parque del Country. Esta nueva localización (anteriormente se celebraba en el Parque de los Novios) codiciaba un público más numeroso y una innovación en la presentación de conciertos. Semanas antes, se empezó a repartir panfletos, y los avisos en los postes de la ciudad atestaban y invitaban a las personas a celebrar el decimoquinto aniversario en el Parque del Country acompañados y deleitados por los intérpretes de la música jazz.
Este año la logística y organización del evento demostró una vez más su excelente trabajo al tener un escenario cubierto por el techo del antiguo picadero del club El Country. La arena fue cubierta, lo que permitió que los espectadores se recostaran y disfrutaran del espectáculo cómodamente. Acompañado por un montaje de luces que embriagaba y complementaba la música; el espectador podía disfrutar de la venta de comida y el uso de los baños más limpios que he visto en concierto alguno.
El día domingo fue tal vez el día con más espectadores, tal vez porque a muchos, como a mí, les sucedió que no sabían de la intensidad y espectacularidad de las bandas y de la música jazz. Deleitado por la música y el ambiente, decidí regresar el domingo después de haber escuchado los dos últimos grupos del primer día, Zaperoco y Troker. Ésta última es una banda colombo-mexicana la cual cerró de una manera impecable el primer día del evento. El segundo día comenzó con la Red, mostrando un público aún escaso que se iba expandiendo a medida que tocaban las primeras bandas.
El escenario recibía grupos y artistas mientras el parque se llenaba de personas. Debo resaltar la impresionante presentación del grupo Mike Stern Trio (de Estados Unidos) ya que fue una de las mejores bandas del evento, deleitando a los presentes con su juego de guitarras y la actuación de Hermeto Pascoal, artista brasilero que cerró el concierto por ser la figura más importante del jazz en el evento. Este artista ha tocado con los mejores representantes del jazz mundial como lo fue Miles Davis entre otros. El evento se acabó un poco más tarde de las diez de la noche, con un público satisfecho después de dos largas jornadas de buena música, buen ambiente y muy buena energía.
Este concierto fue uno de los mejores a los que he atendido. La organización de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, en conjunto con la Alcaldía, fue impecable haciendo notar también el esfuerzo y los logros que cumplieron al incentivar la música jazz y atraer artistas de talla mundial. Personalmente, pienso que la nueva localización fue una idea genial y estoy muy seguro que a la gente le llamó la atención el parque, ya que este año el número de espectadores fue mucho mayor al del año pasado. El evento era una invitación para todas las edades con la única condición de pasar “un buen rato” acompañados de excelente música, buena comida y afortunadamente de un buen día. Bogotá ha sido escenario de los eventos culturales más importantes en el país y una vez más reitera la idea de capital cultural. El público, debo decir, se deleitó de un día ejemplar y de una música que muy poca gente disfruta. Las personas vivían una vibración de tranquilidad y entretenimiento. Los estereotipos quedaron en la entrada ya que todas las personas por más diferentes que fuesen estaban unidas bajo un mismo nombre: jazz. Se veían malabaristas disfrutando de la música mientras entretenían con sus movimientos no sólo a los espectadores sino también a los vecinos. El picnic no faltó. Numerosas parejas decidieron disfrutar de un almuerzo en el parque con una manta, un buen tentempié y buena energía. Me atrevo a sostener que las personas disfrutaron de este evento tanto como yo.
Finalmente, hago una invitación a los lectores para que atiendan a este maravilloso evento que organiza la Alcaldía en conjunto con la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Es hora de disfrutar de los numerosos eventos culturales que se ven constantemente en la ciudad capitalina, ya que un esfuerzo inmenso es realizado para la realización de éstos. Creo que lo mejor fue la energía vivida por todas las personas. Se respiraba un aire de tranquilidad libre de prejuicios y lleno de simpatía por una música deliciosa. Después de Jazz al Parque, sostengo que de verdad los eventos culturales capitalinos sí pagan. Esta experiencia traspasó las barreras de la música para enseñarme que los prejuicios y las connotaciones peyorativas deben ser eliminados y son fácilmente volátiles cuando todos nos reunimos a disfrutar de un mismo espectáculo. Hago una invitación a mí mismo, y a Usted lector, de olvidar los prejuicios y ver a los demás como compañeros de viaje que viven como Usted para disfrutar de la vida. Y lo mejor de todo, es gratis, igual que Jazz al Parque.
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